miércoles, 30 de noviembre de 2011

Stonetown

Ajada por el salitre, nacida de estirpes aventureras, de aroma omnipresente, retorcida como sus calles, melancólica de glorias pasadas, vibrante cada si cada día fuera el primero, húmeda, calurosa, Stonetown.

Puente entre India, África y Arabia, puerto de Europa y crisol de culturas al amparo del comercio de todo lo que un día tuvo precio hoy, descansa con rostro fatigado pero intacta su energía.


Pasear por sus calles es viajar a una época de aventuras, a un museo al aire libre, a mercados no aptos para estómagos delicados, puestos de color con mercancías de cualquier lugar entre Kerala y el Massai Mara, formar parte de escuelas en la calle y mil escenas frente al mar.



Pero lo mejor, el secreto de la ciudad de piedra todavía está por llegar.

Pasa la mañana y con ella se desvanecen las primeras nubes. Llega el calor y entre aromas de especias el aire se empieza cortar. Hora de comer, tras al menos 200 años de residencia, el toque hindú se ha ganado un lugar entre la parca cocina continental y las especias de oriente medio.

Calor, humedad, historia, olor.



Recuerdo el trasiego de los botes yendo y viniendo de Dar es Saalam en el último viaje del día.
Sorteando las esquinas buscas la escasa brisa que llega del oeste. Un café en la playa y poco a poco Zanzíbar se funde en tu ser. Horas perdidas al pasado, ganadas a la memoria.

Cae el calor y consigo despegarme de la terraza del café desde la que he sido un aletargado espectador, un paso y según siento la playa en mis pies las emociones se agolpan en forma de recuerdos;

... cada estallido de color sobre la arena de coral.









... el agua caer...















... la furgoneta atascada en la arena durante horas en su intento por alcanzar el ferry. A niños divirtiéndose, corriendo, persiguiéndose, haciendo equilibrios frente al agua. A mi izquierda todavía veo las tres hermanas que alejadas de la multitud y con el velo puesto, se recogían el vestido para mojar sus pies en las aguas del puerto.

















La playa se ha llenado de bicicletas. El Ferry por fin abandonó el puerto y las siestas llegaron a su fin. Y sin avisar, llegó el momento. Especial, inolvidable, único, mágico, un regalo, el universo de los sentidos ante ti.



Stonetown, en Zanzíbar fue la última escala de la ruta Memorias de África realizada con Kananga  en 2009. Mi primera experiencia en África y el comienzo de una verdadera pasión que espero no termine jamás.

1 comentario:

  1. Es inspirante ver lo que hay detrás de las fotos y este análisis que haces - la mente del artista detrás de su obra... Y me inspira a mí en las metas que quiero conseguir . felicidades por el blog!

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