jueves, 5 de enero de 2012

en la carretera

A poco grande que seas, y tampoco es necesario mucho, seguro que hay viajes que recuerdas por el “cómodo” espacio que restaba entre tus rodillas y tu compañero de trayecto. Igual hay otros de los que recuerdas el “suave” vaivén de las pistas de cabras, e incluso puede que todavía no seas capaz de entender las sorpresas que te depara un camino, cómo cuando tras kilómetros de piedra y arena, de repente aparecen 500m de autopista (eso si, compartida con mulos, cabras, paisanos y todo tipo de fauna alrededor, incluidos el desembarco chino a la dirección de todo este tipo de infraestructuras) que vuelven a desvanecerse como un espejismo justo en el momento que creíste que alcanzabas el cielo.



Pues aparte de por todos y cada uno de estos motivos, hay uno más, nunca podré olvidar las carreteras de Etiopia gracias a ellos, gracias a los chicos de la carretera.

Viajar y aprender comparten la máxima de que cuanto más a ras de suelo, mejor. Y con ellos, con mis chicos, una vez más no sólo recordé poner una vez más los pies en el suelo (seguro que es una sensación compartida con todos los que conocéis ese mundo que no llega a entender que es eso de la crisis financiera global), sino que aprendí la impagable lección que me ayudó a construir recuerdos en lugar de coleccionarlos.

Recordaré las carreteras por cada historia junto ellos, por su curiosidad y cercanía, por cambiar “you! Money! one birr” por el quererse ver con sus amigos, con su orgullo y sus objetos. Por la sonrisa tras el recelo.

Con tantas historias como paradas, recuerdo detenernos en medio del mercado de ningún lugar. Él, serio y formal hasta que se vio y se desarmo en carcajadas, con su pollo y su chica estaba hecho el rey del mundo. Ella, al frente de unas cuantas verduras sobre el suelo, quería una foto de ella sola.


La cuneta de la plantación en la que todos querían ser Rocky, aunque ni hayan oído hablar de él.


Ella, la chica de los mangos camino de Addis.



Los colegas, que al detenernos a desentumecer el ovillo de piernas perdieron el interés por las grandes maquinas que estaban construyendo otros 500m de autopista en medio de que más da el lugar (ojo al dato…carretera principal hacia Addis), por un “aquí estoy yo”.

Ell@s y las frutas en la parada del rio, junto al puente que no se podia fotografiar…


Este post va por vosotros aunque no podáis volver a veros, allí donde estéis, junto a la carretera. Historias de Abyss, mil historias un lugar de la ruta Etiópica de Kananga, si os apetece, os invito a conocerlas junto con algunos de los “make-off” en la galería completa de fb.




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